El hospital fue como un segundo hogar para mi madre.
Recibía terapia de rehabilitación todos los días; y a veces tenía que recibir tratamiento de acupuntura o le extraían sangre podrida.
Mientras otros vivían su vida diaria normal, ella tenía un dolor muy terrible.
Un día, cuando estaba hablando con ella por teléfono, le pregunté:
“Mamá, ¿cómo es que ha vivido con un dolor tan severo?”.
Sentí mucha pena por mi madre cuando escuché su respuesta.
Este vídeo está basado en una historia real.
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