La humanidad, que fue expulsada a la tierra por cometer el pecado de rebelión en el cielo debido a la tención de Satanás, vuelve a formar parte de la familia celestial a través del amor y sacrificio de Dios en la cruz.
Por eso debemos compartir el amor que hemos recibido de Dios con el mundo.
Las anécdotas sobre los buenos hermanos y la batalla de la colina Caballo Blanco durante la Guerra de Corea sirven como un buen ejemplo de que realmente podemos llegar a formar parte de la familia celestial cuando nos amamos y consideramos unos a otros con el amor de Dios.
Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.
1 Juan 4:7-8
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