Con el testimonio de Job registrado hace unos 3500 años, Dios demostró a través de la ciencia que la Biblia es un hecho y nos enseñó a creer en la existencia del cielo y del infierno aunque sean invisibles a nuestros ojos.
En lugar de dudar como Tomás y Judas Iscariote, los miembros de la Iglesia de Dios siguen las palabras de Cristo Ahnsahnghong y de la Madre celestial que vinieron como el Espíritu y la Esposa. Al hacer esto, recibirán las bendiciones eternas del cielo.
Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado al infierno, donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.
Marcos 9:47-48
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