Al igual que los miembros de la Iglesia de Dios, que abrazaron la opresión y persecución del emperador Nerón con fe firme en Dios y esperanza en el cielo, nosotros también debemos acumular bendiciones en el cielo para poder vivir para siempre.
Es una vida sabia vivir para el cielo eterno donde no hay más muerte, dolor o pena, como el apóstol Pablo que avanzó hacia el cielo después de ver el tercer cielo, no como Judas Iscariote que eligió vivir para el momento, poniendo valor en los deseos mundanos.
“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” 2 Corintios 4:17-18
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