En este mundo sombrío con diversos desastres y enfermedades infecciosas,
aquellos que pueden darnos la esperanza del eterno reino de los cielos
donde no hay dolor, sufrimiento ni muerte, son solo el Padre
y la Madre celestiales que vinieron como el Espíritu y la Esposa.
Así como Dios permitió que su pueblo reconociera a Cristo
a través del antiguo pacto, nos enseñó cómo reconocer a
nuestra Madre celestial a través del nuevo pacto en esta época.
Los que viven sin perder la esperanza bajo ninguna circunstancia,
llenos de gratitud, son los miembros de la Iglesia de Dios
que siguen las enseñanzas de la Madre celestial y guardan la Pascua del nuevo pacto.
Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; […] Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Gálatas 4:24-26
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