Cuando no entendíamos completamente la voluntad de Dios ni la verdad, hablábamos como niños, pensábamos como niños y juzgábamos como niños, queriendo que todo se hiciera según nuestros propios deseos.
Sin embargo, después de creer en el Señor Ahnsahnghong, Cristo que vino por segunda vez, y en Dios Madre, y reconocer la verdad, debemos renacer como hijos de Dios con una fe madura y seguir la guía de Dios con obediencia.
Así como todas las montañas, ríos y mares, que componen la naturaleza, están contentos con sus posiciones designadas y siguen obedientemente la voluntad de Dios en sus entornos dados sin quejarse, los miembros de la Iglesia de Dios recorren el camino de la fe, expresando siempre gratitud en sus entornos dados.
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
1 Corintios 13:11
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