El que fue ante el rey Ciro y derrotó a todos sus enemigos, el que curó la lepra de Naamán, el que protegió al pequeño reino de Judá del ataque de ciento ochenta y cinco mil soldados de Asiria y las fuerzas aliadas, y el que dio la victoria al ejército de Josué en la batalla contra los amalecitas es nuestro Dios que gobierna todo en el mundo invisible.
El apóstol Pablo se dio cuenta de que, aunque un hombre plante un ser vivo, lo riegue y cree un entorno para que crezca, no sirve de nada sin Dios que le da el crecimiento.
Asimismo, los miembros de la Iglesia de Dios confían en Dios que siempre está con ellos y les ayuda.
Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.
Salmos 121:1–2
Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican;
Si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.
Salmos 127:1
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