Adán y Eva desobedecieron las palabras de Dios y escucharon a Satanás, lo que resultó en su expulsión del huerto del Edén. El rey Saúl también desobedeció la palabra de Dios al seguir la voluntad del pueblo, y como consecuencia, fue destituido de su trono.
En la actualidad, el Espíritu Santo solo se concede a los que obedecen fielmente la palabra de Dios.
Cuando obedecemos las palabras de Dios, el Espíritu Santo siempre nos acompaña y experimentamos una vida llena de bendiciones.
Dado que todos los seres humanos somos imperfectos, es fundamental seguir fielmente el camino perfecto de Dios mediante la obediencia, para así vivir una vida victoriosa y estar llenos del Espíritu Santo, al igual que nuestros antepasados en la fe.
Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas,
y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios
a los que le obedecen.
Hechos 5:32
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