Los que no obedecen no pueden entrar en el reino de los cielos, que es la tierra de Canaán, como se ve en la historia del Antiguo Testamento.
A través de esta historia, podemos ver cómo el rey Sedequías fue obediente al principio, pero luego se volvió desobediente; y cómo el rey Saúl fue medio obediente y medio desobediente, así como las personas que desobedecieron desde el principio. Estas personas no pueden recibir la salvación, pero los que siguen al Cordero con obediencia por dondequiera que va serán salvos.
Cristo Ahnsahnghong, que vino como el Cordero, confirmó a través de la Biblia que los que obedecen la palabra de Dios irán al cielo. Dejó sus enseñanzas a la humanidad, diciendo: “Cuando obedezcan plenamente las enseñanzas de Dios Madre, sucederán muchas cosas buenas que no esperaban”.
Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que viváis, y seáis multiplicados, y entréis y poseáis la tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres.
[…] para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.
Deuteronomio 8:1–2
¿Y a quiénes juró que no entrarían en su reposo, sino a aquellos que desobedecieron? Y vemos que no pudieron entrar a causa de incredulidad.
Hebreos 3:18–19
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