Un pastor es más importante que un rey para la oveja perdida,
y el agua es más valiosa que el oro en el desierto.
El valor de los mandamientos de Dios se revelará
cuando la humanidad comparezca ante el tribunal de Dios.
Esto se debe a que el cielo y el infierno se determinan
en función de si uno ha guardado o no los mandamientos de Dios.
Dado que el reino de los cielos es un lugar donde los pecadores no pueden entrar,
es imperativo que reciban el perdón de pecados.
Dios ha prometido el perdón de los pecados en la preciosa sangre de Cristo
a través de la Pascua del nuevo pacto.
Por lo tanto, como David, la humanidad debe tener fe
en la promesa de Dios y amar sus mandamientos.
Por eso he amado tus mandamientos
más que el oro, y más que oro muy puro.
Salmos 119:127
El Maestro dice: Mi tiempo está cerca;
en tu casa celebraré la pascua con mis discípulos.
Y los discípulos hicieron como Jesús les mandó, y prepararon la pascua.
[…] Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto,
que por muchos es derramada para remisión de los pecados.
Mateo 26:18-28
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