Abraham, Noé, Moisés y Daniel fueron bendecidos porque obedecieron la palabra de Dios, sin importar las circunstancias que parecían imposibles.
Tal historia de la Biblia muestra que debemos tener una fe firme en la existencia de Dios, sin importar las circunstancias.
Los israelitas podrían haber entrado en Canaán en diez días.
Sin embargo, entraron allí después de cuarenta años y fueron destruidos en el desierto después de murmurar y quejarse ya que solo se concentraban en lo que ocurría frente a ellos. Fue por su falta de fe. Del mismo modo, hoy en día, lo más importante en el desierto de la fe, mientras nos dirigimos hacia el Canaán celestial, es tener la fe completa en las palabras de Dios Ahnsahnghong y Dios Madre.
Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Hebreos 11:1–3
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