La Biblia testifica que la humanidad pecó en el cielo y fue arrojada a esta tierra, y que Jesús vino a esta tierra para dar a la humanidad el perdón de sus pecados para que puedan volver al reino de los cielos.
Por eso Jesús pasó por el sufrimiento de la cruz y se sacrificó hasta la muerte.
Arrepentirse es volver a Dios, y se logra guardando los reglamentos y fiestas que se cumplieron mediante el sacrificio de Dios.
Jesús, que vino hace 2,000 años, Juan el Bautista y los santos de la Iglesia primitiva, así como Cristo Ahnsahnghong y Dios Madre en la época del Espíritu Santo, hicieron hincapié en el arrepentimiento.
Es porque el arrepentimiento es la única manera de volver a Dios.
Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
Si afirmamos que no hemos pecado, le hacemos pasar por mentiroso . . .
1 Juan 1:8-10
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