Esaú y Judas Iscariote perdieron bendiciones por las palabras descuidadas que pronunciaron, y el ladrón a la derecha y los tres amigos de Daniel recibieron bendiciones desbordantes de Dios por las palabras que pronunciaron con fe.
Dado que las palabras que han salido de nuestra boca nunca desaparecen, sino que vuelven a nosotros en el día del juicio, Dios nos enseña siempre a pensar muchas veces antes de hablar y a ser tardos para enfadarnos.
Si nos damos cuenta de que fuimos arrojados del cielo por haber pecado, no nos sentiremos descepcionados por nada. Más bien, estaremos agradecidos por el hecho de que podemos estar con Cristo Ahnsahnghong y Dios Madre que han venido en la época del Espíritu Santo y podemos decir cosas buenas de acuerdo a las enseñanzas dadas por Dios y llevar una vida bendecida.
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios. […] Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. […] este será bienaventurado en lo que hace.
Santiago 1:19-25
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