Para seguir verdaderamente el camino de Cristo, cada uno debe cargar con su cruz. Jesús, siendo Dios, llevó el peso de la cruz para salvar a la humanidad. Y los antepasados de la fe, como Moisés y el apóstol Pablo, abrazaron con alegría la cruz del sufrimiento. Del mismo modo, nosotros también debemos llevar nuestra propia cruz y recorrer el camino del sufrimiento para la salvación.
Así como el apóstol Pablo consideraba todos los sufrimientos como bendiciones, siguiendo el camino de la cruz de Cristo, los miembros de la Iglesia de Dios toman su cruz con alegría en cualquier circunstancia y siguen el camino de Dios con fe firme, sin dejar de dar gracias a Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Mateo 5:10–12
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