Así como Dios utilizó la vara de un pastor para abrir el Mar Rojo y hacer brotar agua de una roca, todo lo que está en manos de Dios manifiesta siempre un poder extraordinario.
Hoy, la Iglesia de Dios, que ha recibido la misión de anunciar el evangelio en Samaria y hasta los confines de la tierra, está proclamando el mensaje por todo el mundo, no por el esfuerzo humano, sino por el poder de Dios.
Como Sansón, que venció a mil filisteos con una simple quijada de asno; como el joven David, que se enfrentó al gigante Goliat; y como Pedro, Juan y Santiago, que eran pescadores, hoy, quienes creen en Cristo Ahnsahnghong y en Dios la Madre, y mantienen viva la esperanza en el Reino de los cielos, están escribiendo una historia grandiosa.
Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; […] a fin de que nadie se jacte en su presencia. 1 Corintios 1:26–29
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