Para salvar a la humanidad, Dios nos dio la Biblia y estableció la ley del nuevo pacto. Así como Salomón pudo discernir quién era la verdadera madre del niño por el instinto del amor maternal, en esta época Dios reconoce a quienes guardan el nuevo pacto como sus hijos escogidos y les concede la bendición de la salvación.
Hoy, la Iglesia de Dios sigue la guía de Cristo Ahnsahnghong y de la Madre celestial Nueva Jerusalén. Ellos restauraron el nuevo pacto que se había perdido —el Día de Reposo y la Pascua— y nos dieron todas las enseñanzas necesarias para la salvación de nuestra alma, que es el fin nuestra fe. Por eso solo la Iglesia de Dios tiene la promesa de la salvación.
Así ha dicho Jehová: Por tres pecados de Judá, y por el cuarto, no revocaré su castigo; porque menospreciaron la ley de Jehová, y no guardaron sus ordenanzas, y les hicieron errar sus mentiras, en pos de las cuales anduvieron sus padres. […] Amós 2:4
a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. 1 Pedro 1:8–9
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